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La frase “descubriste la pólvora” suele utilizarse para señalar con ironía una  obviedad.  

Pero sabemos, o intuimos, que no hay nada obvio en el oficio del arte y que la suma  de los gestos cotidianos van marcando un territorio que nos conduce siempre a un  hallazgo.  

Así, debajo de los escombros de una ex fábrica de bañeras (antes pista de baile, antes milonga) y con el ímpetu de torcerle el brazo a una pandemia, aparece  Pólvora720.  

Nadia Martynovich, Ivan Enquin y Alfio Demestre se unen para desarmar la pila de  escombros y armar ahí sus talleres, mientras comienzan a proyectarlo como lugar de  trabajo interdisciplinario y de intercambio entre artistas. Apostando a convertir una  de las salas del edificio en un espacio de producción y exposición, charlas y toda  propuesta que interpele al espacio y sus habitantes.    

Nacen así las muestras colectivas Equinoccio (2020), Solsticio (2020), Artillería  (2021) y Trágico y Erótico (2021).  

En un contexto que no prometía mucho, el espacio se fue armando como nexo entre  realidades paralelas: las galerías y los espacios solemnes del arte, el público general,  y el deseo de la celebración.  

Hoy, el taller ubicado en Monserrat, cuenta con 16 artistas trabajando de forma fija.  En él se realizan estudios abiertos, presentaciones de libros, ciclos de cine y se  trabaja con la intención de generar una residencia internacional.  

En la nueva pista sobrevive la danza colectiva: reunirse, mezclar las experiencias, las  inquietudes y las diferentes trayectorias. Celebrar y construir un lugar para el  diálogo y el intercambio artístico.  

Todas las actividades y las personas que forman parte de Pólvora convergen en un  mismo interés: el empeño por crear como motor principal para resistir y hacer frente  al contexto actual, dando continuidad a la producción artística.  

Atravesar la coyuntura con el impulso de un proyectil con potencia de pirotecnia.

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